El romance new adult a veces coquetea con dinámicas de poder que, si no se manejan bien, pueden hacer que nos rasquemos la cabeza preguntándonos: «¿Este personaje no debería estar buscando ayuda profesional?». Me refiero a relaciones donde el protagonista masculino tiene más control que Gandalf sobre los hobbits.
Lo tóxico no siempre es obvio, como en Cumbres borrascosas, donde Heathcliff debería tener un cartel de “Evitar a toda costa”, pero es intensamente atractivo. A veces se disfraza de un amor pasional y lleno de intensidad. Si el héroe de tu historia está revisando el móvil de la protagonista, manipulándola emocionalmente, o diciéndole qué hacer a cada rato, amiga mía, es hora de levantar la ceja. A menos que estés escribiendo sobre Edward Cullen y Bella, donde lo tóxico es parte de la marca, no queremos héroes que usen el amor como una excusa para el control.
Una relación tóxica puede ser atractiva dentro de la literatura porque el conflicto genera drama, y ¿a quién no le gusta un buen lío emocional? Pero en el romance new adult, es importante que haya una línea clara entre el conflicto romántico y las señales de abuso emocional. El conflicto saludable puede venir de malos entendidos, inseguridades o incluso celos ocasionales (oye, somos humanos), pero siempre tiene que resolverse con respeto y crecimiento. El abuso emocional, en cambio, debe ser señalado, enfrentado y dejado atrás.
Entonces, ¿cómo evitamos caer en la trampa de las relaciones tóxicas? Primero, asegurémonos de que nuestros personajes evolucionen. ¿Es posesivo? Vale, pero tiene que aprender a confiar. ¿Es celoso? Genial, pero tiene que enfrentarlo sin volverse controlador. Si seguimos este camino, tendremos un romance donde el protagonista no solo sobrevive, sino que crece.
Y recordemos: un buen héroe no es el que lo tiene todo bajo control, sino el que se descontrola lo justo para darse cuenta de que necesita cambiar. Y ahí está la clave: CAMBIO. Las relaciones que evolucionan son mucho más interesantes que aquellas que se quedan estancadas en un ciclo de control y sumisión. Dejemos el drama tóxico para las telenovelas y enfoquémonos en crear relaciones que, aunque problemáticas, conduzcan al crecimiento.
Consigamos con nuestra literatura no solo enamorar y enganchar, también construir estructuras saludables de lo que debe o no debe ser una relación. Basta de normalizar y romantizar el abuso.
El amor no es control, es confianza.
¿Qué novela consideras un buen ejemplo de romance sano? ?Y de romance tóxico?